Qué linda sos, Bolivia. Con tu altiplano y tus cerros, tu salar y
tus lagunas, tu frío que quiebra los labios. Con tu paja brava, tus quinuales,
tus llamas y vicuñas, con tu altura. Con tu Illimani, tu Huayna Potosí, tu
Illampú. Con tu amazonia, tus monos y delfines rosados. Tus selvas y ríos, tu
calor sofocante. Con tu Alto, tus calmos pueblos y enquilombadas ciudades, con
tus plazas. Con tu teleférico, tus trufis. Con tus islas y tu Titicaca. Con tus
rutas sinuosas, peligrosas y sin asfaltar. Qué linda que sos.
Qué rica que sos, Bolivia. Con tus mercados, tus almuerzos y tus
refrescos. Con tu delicioso silpancho, tu salchipapa y tu sopa de maní. Con tu
fricasé, tu chicharrón, tus rellenitos. Tu asadito con yuca, tu chuño y tu
mote. Con tus milanesas de pollo que chorrean aceite, tu picante de carne. Con
tu café, tu cacao, tu maíz inflado, tu gelatina con crema. Con tu locoto y tu
llajua. Con tu Paceña, tu Kohlberg, tu Singani. Con tu sabrosa chicha. Con tus
papayas, tu dulce de cayote, tu manjar, tu plátano frito. Con tu Golazo, tus
Wafer y tus Cremositas. Con tus truchas a la plancha. Estás para chuparse los
dedos.
Qué grosa que sos, Bolivia. Con tus cholas y mamitas, con tus niños
jugando por las calles. Con tus coyas y tus cambas. Con tus cambas y tus coyas.
Con tu estado plurinacional, con tu quechua y tu aymara, con tu Evo. Con tu
Whipala en cada esquina. Con tu historia y tu Bolívar, tus fiestas populares,
tus charangos. Con tus ruinas, tus chamanes. Con tu calidez para con el
forastero, hasta pronto, Bolivia. Gracias por convidarnos de tus hojas de coca.
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